Fey y El Castillo Encantado

"...dejame vivir este sueño... el mejor que he tenido..."


Es sabido que cada vez que alguien niega la existencia de las hadas, una de ellas muere. Pero un pensamiento feliz las hace nacer, con un propósito en la tierra. El hada de nuestra historia nació una calida noche en la que un niño, soñaba una hermosa historia. La luna bañaba de colores el rocío, y el bosque se encontraba iluminado con miles de estrellitas multicolor.
Justo cuando una gota cayó sobre los pétalos de una rosa, esta se abrió, dejando ver en su interior a nuestra pequeña protagonista.
Acurrucada en el centro de la flor y vestida con los colores del arcoiris, al igual que el rocio que la formó, Fey despertó a la vida.
Su flor la abrazaba entre sus pétalos; ¡qué bien se sentía estar viva!
Pronto Fey sintió la necesidad de conocer más. Cuando se asomó al Bosque, ya estaba amaneciendo y había mucho trabajo en el Mundo Mágico. Las flores del Bosque tintineaban con hermosos destellos de magia, despertando a sus aladas huéspedes.
Algunas eran capaces de volar hasta el cielo y bañaban las nubes del amanecer con una hermosa entonación rosada; las hadas del viento, junto con los silfos, sacudían las hojas de los árboles; las ninfas del agua eran encargadas de hacer brillar las ondas del lago.
¡Qué hermosos seres eran! Sus bellas alas de colores destellaban con polvo mágico.
Alas… Fey miró por sobre sus hombros… pero descubrió asombrada que ella no las tenía.
-tal vez crezcan más adelante…- se dijo. Pero el tiempo paso y las esperadas alas nuca crecieron.
Así se convirtió en el centro de las burlas del Bosque.

Si todas las hadas tienen un propósito especial en el mundo… ¿cuál era el suyo? ¿Por qué a ella le tocaba ser diferente?